AMPA: Éramos pocos, y…

Veo que mi Asociación de Padres de Alumnos favorita (la única a la que pertenezco), está trabajando activamente en cambiar su nombre: De APA a AMPA. Que suena igual que hampa, y a veces pienso que va de lo mismo.

Y posiblemente, ante la pasividad de la mayoría y el impulso de unos pocos, lo acabarán consiguiendo. Por lo cual, he decidido ejercer en este artículo mi derecho al pataleo y explicar por qué me parece una idea absurda, y qué opciones mejores hay.

La economía del lenguaje

Sorprende que precisamente sea la Asociación de Padres de Alumnos, y no algún chiringuito comunista-leninista de jóvenes con más entusiasmo que intelecto (ya aprenderán, como lo hemos hecho todos), quien esté impulsando este cambio. Precisamente, porque va en contra de uno de los principios básicos del lenguaje que se enseña en el cole a los alumnos: la economía.

La economía del lenguajes es decir cosas usando la menor cantidad posible de palabras. Uno de los recursos más útiles de la economía del lenguaje, precisamente, es el uso de neutros. Que no solamente los hay de género, sino también de número: Podría haber una Asociación de Padres de alumnos con un solo miembro, y seguiría teniendo un nombre plural.

El enumerar va en contra de la economía del lenguaje, pero si queremos cubrir todos los casos, deberíamos incluír también a los progenitores de géneros fluidos, no binarios y otros, y por tanto decidir que el nombre nuevo sea «Asociación de Padres, Padros, Padras, Madres, Madros y Madras de Alumnos, Alumnas y Alumnes». La APPPMMMAAA, por resumir.

La injusticia… Ah, la injusticia

Los proponentes de AMPA, se justifican diciendo que es un nombre inclusivo. Y, colmados por su nuevo papel de Némesis y henchidos de orgullo justiciero, supongo que se volverán a casa a ver la tele, a aprender la nueva imbecilidad que se le haya ocurrido a su político/a/e favorito/a/e.

Mientras tanto, los alumnos que no tienen padres porque los han perdido en un accidente, o por lo que sea no han sido legalmente adoptados, se preguntarán por qué sus tutores quedan excluídos. Pero la turba ha hablado y establecido justicia… Cambiando una injusticia que no lo era, por una que sí lo es: Al enumerar exhaustivamente, inclusivamente, a todos los que tienen derecho a ser enumerados… ¡Vaya! se han olvidado de algunos. Qué descuido. Pero esto lo arreglamos en un santiamén: «Asociación de Madres, Padres y Otros Tutores de Alumnos». La AMPOTA. No se puede negar que suena contundente. Asqueroso, pero contundente.

Una solución elegante y sencilla

Siendo como somos los padres (y madres y… No empecemos otra vez) los tutores legales de los pobres alumnos, y siendo la palabra «tutores», especialmente en plural, un neutro del que es difícil (¡aunque no imposible!) quejarse, ¿y si dejamos de hacer el imbécil, y llamamos a nuestra sufrida Asociación la de Tutores de Alumnos? La ATA. Hasta suena casi bien.

Una solución a un problema que no existe

O podemos hacer lo más sensato: Reconocer que lo que enseñan a los niños en el cole es lo correcto, es decir: que existen los neutros, y que existe la economía del lenguaje. Recordar que el neutro de padres es «padres», y dejar las cosas como están. APA. Y reservar las energías para hablar de fútbol, o lo que sea que hace la gente que se dedica a estas cosas cuando, afortunadamente para los demás, no se está dedicando a estas cosas.

Mi coche eléctrico no carga

Frustrante. Uno recibe un coche nuevo, por supuesto «de pilas». Llega a casa, lo enchufa… Y se encienden todas las luces en rojo. Y no carga.

Cargador de Audi

Los coches eléctricos, hoy día, se cargan en el supermercado mientras uno hace la compra, o en alguno de los postes de carga públicos que, poco a poco pero inexorablemente, empiezan a funcionar de verdad en nuestras poblaciones y carreteras. Pero sigue siendo imprescindible cargar en casa (y/o en el trabajo), en general, por dos motivos: Uno, porque es un sitio fiable donde hacerlo en un horario conveniente (donde se puede dejar durante horas cargando) y dos, porque es mucho más barato, especialmente en casa de noche, salvo excepciones puntuales tipo «un año de carga gratis» y similares.

Así que cuando el cargador que a uno le han dado, nuevecito de trinca, no funciona, es una experiencia poco agradable. Es como que no funcione el alimentador del portátil nuevo: Se puede prescindir, se puede comprar otro, pero a ver… Es un chisme nuevo y tiene que funcionar, ¿no?. Y además, no se puede usar el trasto hasta resolver el asunto. Frustrante.

En esta esquina del cuadrilátero, con un peso de dos toneladas,…

Pues aquí llegamos a los dos contendientes de nuestra historia. En una esquina, mi pueblo; en la otra esquina, la tienda de coches. Y vamos a ver qué suelta cada uno.

Mi pueblo o, mejor dicho, la distribuidora que padecemos, suministra corriente trifásica «de tres conductores». No es algo como para estar orgulloso, pero está dentro de norma (artículo 4 a del Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión, que es la última palabra en el asunto). No tiene gran cosa de especial. Únicamente, que habitualmente hay que recablear los motores trifásicos, que casi siempre vienen cableados para la trifásica más común (la de 400V); y que el voltaje «normal de casa» de 230V de toda la vida (+/- 7%, RD 1955/2000 dixit) se consigue entre dos fases, y no entre una fase y neutro como en el resto de distribuciones, porque en esta hay solo 127V de fase a neutro. Total. Una distinción que a la aspiradora se la trae al pairo, al igual que a todo lo que se me ha ocurrido enchufar desde que me mudé al pueblo, incluyendo cinco cargadores de vehículos eléctricos suministrados por BMW. A todo… Hasta hoy.

Pis in mi tillir fincini

Ya, pero no voy a venir a tu taller cada vez que necesite cargar el coche, ¿verdad?

Si, en tu taller se encienden las luces verdes y el coche se pone, feliz, a trasegar electrones como un servidor jamón del bueno. Pero antes de venir, he hecho los deberes. Y he probado el cargador en:

  • Mi casa
  • La de mi vecino
  • La de mi suegra (¡lo que hay que hacer en nombre de la ciencia!)
  • Mi ferretería de cabecera

Y podría haber seguido, pero ya en ese momento la cosa era bastante concluyente: Solo un enchufe (uno de los dos que probé en la ferretería) le parecía aceptable al cargador. Los demás, rojo soviético.

Además de probar el cargador, me he leído el manual. Y cuando se ponen las lucecitas rojas, sugiere que «cargue el vehículo en caso dado con la vigilancia del conductor de protección desactivada» (sic). Esta enigmática frase, sin duda traducida por alguien que tiene menos idea de electricidad que yo, desvelará su prosaico significado al final del asunto, pero en contra de las apariencias, no tiene nada que ver con conducir el coche.

¿Puede querer decir algo sobre la toma de tierra? Mi toma de tierra está bien, gracias, pero vamos a probar y a ver qué sucede. Así que se lo sugiero al del taller, que también es la primera vez que ve aquello. Seguimos el procedimiento del manual:

– Para desactivar la vigilancia del conductor de
protección, pulse al mismo tiempo durante
6 segundos las teclas 6 y 8 fig. 105.
Mientras tanto el LED de estado  parpadea en
color blanco. Suelte ambas teclas durante 1 se
gundo.
– Vuelva a pulsar ambas teclas 6 y 8 durante 6
segundos: después de un instante, la desactiva
ción tendrá lugar automáticamente. El LED en
la unidad de manejo 6 pulsa en verde y los dos
LED de estado  y  lucen en amarillo.

Pues nada. Rojo. «Es que aquí no hay un botón», le digo al mecánico. «Sí, aunque no se note está», me dice. No lo acabo de ver, pero en ese momento estamos dando vueltas y no me detengo en esto, aunque debería haberlo hecho. El caso es que el cargador, indiferente a nuestros esfuerzos, sigue en sus trece.

«Pues caballero, tendrá que llamar a un electricista, que le revise…»

Pues no, colega, no voy a llamar a nadie. Si un enchufe en España está correcto o no, lo determina el Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión e ITC, Real Decreto 842/2002, de 2 de agosto; no un cargador, ni de Audi, ni del Ejército de Tierra. Especialmente, cuando se trata del mismo enchufe que fue instalado con todas las bendiciones, por un electricista cualificado, específicamente para este uso, y ha funcionado los últimos diez años con cinco cargadores de BMW de al menos tres modelos distintos. Así que usted verá…

Y en esas estábamos cuando el comercial, que se gana su salario y le deberían pagar también el del taller, aparece por allí y dice que va a conseguir otro cargador para probar. Vale, colega, trato hecho. Así que quedamos en eso sin que la sangre haya llegado al río por los pelos, y me vuelvo a casita.

Ya en casita, más tranquilo y pensando sobre el asunto, decido coger el cargador y sobarlo un poco más. ¿Qué es eso de que el botón no se nota pero está, que dijo el mecánico? Bueno, pues que es un sensor, imagino: es la única posibilidad. Ahora bien: si es un sensor, típicamente solo necesita apoyar la yemita del dedo, y si se intenta accionar como si fuera un pulsador mecánico, probablemente no se de por aludido, ¿verdad?. A ver, vamos a probar… Vaya, me ha parecido ver una luz blanca un momento. A ver, si poniendo las yemitas de los dedos más suave… Eh, eh, ¡se pone a parpadear en blanco! Joder, ¿cuánto me dijo el de la Audi que cobran por esta cosa como recambio? Dos mil pavos y no le han puesto una triste pantallita de veinte céntimos con tres botones con un menú. O una app bluetooth. O cualquier cosa que no requiera ser un Jedi. HQJ.

A todo esto… Esto parpadea, pero no cambia como dice el manual. Vamos a probar otra vez. Y otra. Seis segundos, soltar, seis segundos… Nada. ¿Hemos avanzado algo?

A ver, pensemos un momento. Que son alemanes. No dicen soltar: dicen soltar 1 segundo. Uno. Venga, con el metrónomo: yemas seis segundos, fuera un segundo, dentro yemas seis segundos, fuera… ¡Verde! ¡Se enciende en verde! ¡Estos neuróticos han hecho un procedimiento que requiere que el usuario haga un baile en tres pasos sincopados sin equivocarse ni medio segundo! Insertar aquí palabras poco amables para con los diseñadores del cargador. ¿Esto quién lo ha diseñado?¿Beethoven redivivo? ¡La leche!.

Conclusiones

Vista la experiencia, la conclusión técnica que extraigo es la siguiente. El cargador tiene un mecanismo de seguridad, que consiste en que se niega a suministrar si no tiene un neutro de verdad en una de sus dos patitas. O sea, si ninguna de las dos patitas tiene un potencial de cero respecto de tierra. Lo cual está muy bien para la corriente monofásica con fase y neutro. Pero en mi pueblo, para los 230V de rigor, tenemos trifásica sin neutro, y está dentro de norma. Como le dije al del taller, si un enchufe está en norma o no, no lo determina un cargador, aunque sea de Audi y cobren por él la friolera de dos mil pavos: Lo determina el RBT y sus normas complementarias; y el RBT y sus ITC, dicen que 230V entre dos fases es justo y santo.

Así que dejo configurado el cargador para que no se ponga tonto con la tierra (o, más en rigor, con la ausencia de neutro), y a otra cosa; y, como bonus, he sacado una segunda conclusión: Que el servicio de Audi es mucho peor que sus vendedores, dicho un tanto caritativamente.

¿Photos Library.photoslibrary o Fotos Library.photoslibrary?

Llevo muchos años siguiendo el primer proceso que Apple parió para mantener la fototeca: Las fotos se mueven del iPhone a la aplicación Fotos (antes iPhoto) del Mac, y desde ahí se sincronizan de nuevo con el iPhone.

Aunque es algo convulso al ser dos pasos separados la importación y la exportación, este proceso ha funcionado bastante bien durante todo este tiempo. Y por lo que a mí respecta, así seguirá, porque no pienso comprarle a Apple su servicio iCloud, porque mis datos me los gestiono yo. Pero bueno, que me desvío.

Un buen día, el asunto dejó de funcionar: Las fotos se seguían importando desde el iPhone al Mac, pero ya no se sincronizaban desde el Mac al iPhone.

Quien haya resuelto un problema de este tipo, sabrá que un buscador le ofrecerá una cantidad insondable de horas de repasar foros en que se resuelven problemas similares pero no el mismo, así como incontables artículos de baja estofa que lo único que pretenden es atraer clics. La Internet que nos ha tocado vivir, vaya.

Pero no fue hasta que empecé a investigar en una línea lateral que empezó en los foros de Apple y terminó en un artículo, aparentemente nada relacionado con mi problema, en su web del servicio técnico, cuando me acerqué realmente a la solución a mi problema… Problema que había generado, aparentemente, la aplicación Fotos del Mac, ella solita.

Apple tiene en común con Microsoft haber decidido traducir del original los nombres de los directorios del sistema. Vaya por delante que no envidio la decisión, pero el caso es que, durante años, traducir los nombres de directorios ha sido una fuente inagotable de problemas. Así, en el MacOS en V.O., el escritorio de los usuarios se llama Desktop; pero en un Finder en español, se llama Escritorio. Ahora bien, Apple decidió, aparentemente, intentar generar la menor cantidad de problemas de segunda generación posibles y lo que hizo fue seguir usando los mismos nombres, pero crear una traducción superpuesta: El directorio se sigue llamando Desktop, pero en el Finder aparece Escritorio. Y así, Library/Biblioteca, Pictures/Imágenes, etc.

Pues se conoce que alguien en el equipo que desarrolla Fotos, no se debió enterar; y un buen día, probablemente alrededor de o en la actualización 12.0.1, Fotos creó una nueva fototeca, pero esta vez con el nombre de la carpeta traducido: Fotos Library.photoslibrary. Lo cual no habría sido más allá de un pequeño desperdicio de espacio en disco, si esta fototeca no hubiera sido, además, la nueva fototeca por defecto.

Así que, al importar, las fotos iban a la fototeca de siempre (porque eso lo decide Fotos, y así lo tenía guardado); pero al sincronizar con el iPhone, las fotos se sincronizaban desde la vacía fototeca por defecto.

Un par de palabras malsonantes más tarde, simplemente me fui a la configuración de Fotos, tal como está descrito en el artículo que enlacé antes, y configuré que la biblioteca fetén, la del nombre en inglés, fuera la fototeca por defecto. Seguidamente, para ausencia de duda, y con Fotos cerrado, renombré la otra con un nombre que no dejaba lugar a dudas y anoté eliminarla pasado un tiempo, todo en uno: La llamé Fototeca-vacia-borrar-20220122.photoslibrary.

Y un forzado de sincronización más tarde, allá van todos los miles de fotos de nuevo al iPhone. Yendo por USB, y además incluyendo vídeos, tardarán horas; nada que no pueda dejar resolviendo un sábado por la mañana.

Limosnaware

En los tiempos que corren, más que nunca, la solidaridad es un valor tan en alza como el cinismo. Un servidor, que tiene bastante más de lo segundo que de lo primero, ha encontrado sin embargo en lo otro un cierto sentido de equilibrio, que nunca falta en el mundo, entre las cosas que consumimos y lo que ponemos a cambio.

La Wikipedia o, siendo precisos, la Wikimedia Foundation, fue el primer proyecto al que suscribí una donación a título personal, de manera continuada en el tiempo. Económicamente, es una pequeñez: menos de lo que dejo de propina tras una buena comida en un buen restaurante. Pero es todos los meses, desde hace años. Wikipedia y compañía son proyectos de gran calidad, y eso se nota en sus cuentas: En resumen, los proyectos de la fundación se mastican más de 100 millones de dólares al año. 250 nóminas, servidores, gastos mil… Se puede comprender fácilmente que tienen cientos de millones de usuarios habituales, y probablemente miles de millones usan la wikipedia o alguno de sus proyectos hermanos con cierta regularidad. No es extraño que cueste una fortuna mantenerlo.

iTerm2 es un terminal para MacOS. Valiente tontería, pensará el lector que no trabaje todos los días con uno. Pero los que sí, necesitamos uno que podamos personalizar algo más que un poco para el trabajo que hacemos, y nos permita mantener varias cosas abiertas sin volvernos locos. iTerm2 es gratis, pero una pequeña donación mantiene al amigo George arreglando fallos y refinando el producto.

Wikipedia es una fuente de conocimiento secundario, e iTerm2 es software. ¿Qué nos queda? Ah, sí: Los creadores de contenido: Escritores y periodistas que aún merecen ese nombre, youtubers de varios pelajes, artistas… Aquí traigo varios en ningún orden en particular. Con algunos he mantenido o mantengo donaciones periódicas, otros no, pero todos ellos están en mi lista de limosnaware a tiempo parcial:

  • Jaime Altozano: Vídeos sobre música
  • Blondihacks, This Old Tony y Clough42: Vídeos sobre mecanizado, sobre todo de metales.
  • Metalmundo: Metales, especialmente soldadura.
  • MaquinerosCNC: Metales, especialmente CNC.
  • Date un Vlog: Física

La economía de los pequeños creadores de contenido da a algunos la mayor parte de su sustento, mientras que a muchos otros les justifica trabajar en algo que no les da de comer, pero les gusta, y otros aprecian. Todo ello gracias a la Internet, claro. Vivimos en un mundo en que un herrero vietnamita un poco apañado puede ganar más enseñando a otros cómo trabaja, que con lo que cobra por lo que hace. Fascinante.

Poniendo al día un venerable Mac Mini

Como un boomerang tras un vuelo de varios años, cayó en mis manos de vuelta un Mac Mini modelo A1176. Este es un ordenador venerable, de 32 bits, nacido en 2006 y que, a sus 14 años, tiene ya mucho que contar.

El principal problema que tiene este adorable juguete es el software. Ejecutando como más moderno MacOS 10.6, no puede correr un navegador ni medio moderno (ya no digamos ni medio seguro). Y con sus anémicos 2 gigas de RAM apenas le da para, con una versión casi igual de venerable de VirtualBox, ejecutar un Linux (este sí, al día) en una máquina virtual.

¿Qué se puede hacer?

Total, que claramente necesitaba una puesta al día del hardware para poder ejecutar, al menos, MacOS X 10.7 («Lion») y, con ello, un sistema operativo de 64 bits, acceder a algo más de memoria (el límite son 4 GB, que tampoco es para emocionarse, pero ya da bastante más juego), y todo lo que de ello deriva.

En estos tiempos en que todo va soldado a la placa base y es inampliable y para reemplazarlo hay que cambiar el producto completo, es refrescante encontrarse un ordenador que no solamente aún permite cambiar el procesador, sino que permite cambiarlo por uno mucho mejor: Incorporando el juego de instrucciones amd64, mucha más memoria cache, algo más de frecuencia de reloj, posibilidad de direccionar más memoria… La combinación de todo ello hace que merezca la pena el rato de desmontar y montar. Así que, habiendo leído un interesante artículo al respecto en lowendmac, armado con la correspondiente guía de iFixIt, un procesador T7600 de un vendedor de eBay que desde entonces ha subido 15 dólares, pasta térmica, y 4 GB de RAM también por eBay (el máximo posible) a precio de derribo, me puse manos a la obra.

Hay que decir que lo más difícil de todo el proceso es abrir la carcasa, con sus innumerables pestañas de plástico, sin cargarse ninguna. Una vez hecho eso, aunque la arquitectura interna del chisme no favorece meterle mano, la cosa va bastante fluida. El zócalo del procesador es ZIF y solamente hace falta un destornillador vulgar para girar una cabeza de tornillo, sacar un procesador, y meter el otro. Pero no todo es trivial en informática, especialmente con los productos de Apple que no están pensados, dicho suavemente, para ofrecer flexibilidad a la hora de actualizar.

Para empezar, el ordenador se negará a arrancar si tiene instalada la nueva memoria y el nuevo procesador, pero no se ha actualizado el firmware; y para actualizar el firmware, es necesario tener ya instalado el nuevo procesador. O sea, que al final, lo que hace falta hacer y en este orden, es:

  1. Destripar y cambiar el procesador (y sólo el procesador)
  2. Arrancarlo y actualizar el firmware EFI a la versión «2,1».
  3. Volverlo a destripar y cambiarle/ampliarle la memoria.

Hasta aquí, todos contentos: Tenemos un Mac Mini con MacOS X 10.6 que va como un tiro comparado con cómo iba antes de empezar a meterle mano. Bien. Lo siguiente.

En mi caso, además, quería cambiarle el viejo disco mecánico de origen de 80 GB por un SSD moderno. Y, en este disco, hacerle una instalación limpia de Lion (MacOS 10.7) al disco SSD.

Instalar Lion es una decisión fácil: le funciona todo bien y hacerlo requiere poco trasteo. Pero poco no es lo mismo que nada. Es decir, que no es como si Apple hubiera, en su infinita sabiduría, decidido que oficialmente estos Mini corrieran Lion. Esto, en la práctica, significa que tal como viene en el DVD, no se puede instalar. ¿Y qué opciones hay? Bueno, varias.

Firewire

Hace unos años, cuando todos los Mac llevaban Firewire, tenían un modo llamado «FireWire target mode». Básicamente, arrancando mientras se mantenía pulsada la T, se convertían en un disco FireWire. Si disponemos de un Mac algo más moderno pero que aún tenga puertos FireWire, en el cual Lion acepte instalarse sin más, y de un cable FireWire, no hay más que arrancar el Mini en modo FireWire target y hacerle una instalación usando el otro Mac. Terminada la instalación, se desconecta y ambos Mac arrancan normalmente: El mini, ya con Lion.

Como yo no tenía ni un Mac más moderno con FireWire, ni un cable FireWire, me he tenido que contentar con hacer lo mismo con una máquina virtual.

Con una máquina virtual

Como necesitaba poder hacer la instalación en el disco que luego metería al Mini, ante todo me hice con una carcasa USB a SATA, destripando un viejo IOMega eGo que tenía por ahí.

  1. En otro Mac, en VirtualBox, he creado una máquina virtual a la cual he instalado Lion. En esta máquina virtual, he dejado el sistema «de libro»: Actualizado a la última versión de Lion (10.7.5) y con (ojo al truco) la pequeña modificación que hará que acepte arrancar en este Mini actualizado: Editando /System/Library/CoreServices/PlatformSupport.plist y añadiendo a la lista el identificador de esta máquina, <string>Mac-F4208EC8</string>. No ha sido idea mía; lo he visto en un foro de Insanely Mac.
  2. Hecho eso, he creado una segunda máquina virtual, Linux, a la que he añadido el disco con Lion, el disco SATA por USB, y en el CD de arranque una imagen viva de CloneZilla. Y he usado el CloneZilla para copiar el disco virtual en el SATA. Genial: En este punto, ya tengo un disco que arranca Lion. Ya lo podría montar en su sitio, pero antes voy a hacer otra cosita:
  3. Arrancar con el CD vivo de gparted y mover la última partición (que es la de recuperación, ocupa algo menos de 1 giga) al final del disco.
  4. Ahora ya sí puedo probar a arrancar el disco, poniéndoselo a la máquina virtual por USB y arrancando desde él. ¿Funciona? Genial; pues ahora conviene aprovechar para extender la partición del sistema a todo el espacio que haya. Esto se hace con Utilidad de Discos, o si nos apetece ver los detalles sucios, con diskutil resizeVolume.
  5. Bueno, pues si curiosamente todo ha ido bien hasta ahora, ya se puede apagar todo, desmontar el disco USB y montarlo en el Mini. Y si sigue yendo bien, el Mini debería arrancar.

Algún lector se preguntará: Bueno, ¿y por qué no simplemente crear la máquina virtual solo con el disco destino colgado por USB, y ahí instalar directamente?. Ah, pues porque no todo es tan fácil como parece. Al parecer, el instalador de Lion, o VirtualBox, o algún duende sexualmente insatisfecho por ahí en medio, ha decidido que la segunda fase de la instalación de Lion no vaya bien si se está haciendo en un disco USB 3.0; así que eso no funciona. No probé a usar un convertidor USB 2.0 a SATA, porque no tenía ninguno a mano, pero a lo mejor así funciona y se ahorra el baile de discos virtuales y particiones.

Con esto, aunque no es como para llamarlo un milagro, sí que se consigue darle una extensión a la vida de este simpático y venerable Mac Mini, un ordenador que, aunque todavía trae un lector/grabador de DVDs, ahora tiene un procesador medianamente al día, 4 gigas de RAM, y un sistema operativo menos desfasado que el que tenía.

Para darle algo más de utilidad, se puede instalar Firefox Legacy por ejemplo, con lo que tendremos criptografía al día y una base de código razonablemente fiable.

También se puede instalar Java 7, por ejemplo para correr Minecraft. Aunque Oracle, siendo Oracle, ahora requiere que uno se registre un usuario y le entregue su alma a Ellison solamente para descargar una versión que dejaron de mantener hace años. Pero bueno, es un trato y se puede tomar o dejar.

Venga, ya lo podemos volver a montar. Me pregunto dónde habrán ido a parar todos esos tornillos…

Mac Mini maqueado

Eje Z del visualizador del torno: Conseguido

Pues esto es lo que he perpetrado.

Eje Z funcional, aunque no definitivo.

Al mecanizar la segunda versión de la pieza de metacrilato que une el carro y el captador de la regla, me la he cargado. De momento, la he pegado usando como grapa la pieza que corté de la esquina inferior derecha para librar el motor. Pero ya he pensado hacer una nueva que, además, llegue hasta enrasar con la parte superior del carro para poder atornillarle otra a 90 grados que sirva para sujetar la regla del eje X.

De momento, funciona a las mil maravillas en todo el recorrido del carro.

Actualización (12/7/2020): Siguiendo los sabios consejos de uno que obviamente sabe más que yo, he cambiado el metacrilato por pletina de acero de 6 mm. A simple vista funciona igual de bien, pero por lo que cuenta, la durabilidad de la regla no va a tener nada que ver. Pues amén; un pequeño proyectito sacado adelante:

Fijación del cursor de la regla al carro con pletina de acero

¿Cuántas vueltas llevo? Un visualizador de posición para el torno

Supongo que todos los torneros aficionados, y quizá unos cuantos de los que pertenecen a la claramente superior categoría de los profesionales, hemos pasado en algún momento por el momento en que nuestra máquina nos ha resultado insuficiente, no por falta de técnica sino por alguna carencia de la máquina en sí.

Para mí, ese momento llegó cuando decidí hacer unas roscas M8 a torno. Mis primeras roscas a torno, que nacieron de la necesidad: Lo que intentaba roscar estaba tan duro y mis terrajas son tan cutres (30 pavos el juego, ¿qué vamos a pedir?) que no conseguía hacer la rosca. Primero me tuve que pelear con el pequeño detalle de que mi torno chino, en su «documentación», indica que eso se hace con los engranajes de 45 y 50 dientes; pero con el torno no venía ningún engranaje de 45 dientes. Así que aprendí de la existencia de un tipo de software: El calculador de cascadas de engranajes. Bueno.

Una vez metido en harina, e instruído gracias al gran foro Metal Afición y algunos vídeos de Tu Tubo, pasé media tarde deliciosa haciendo: Palante, ¡Alto!, retira herramienta, mete una décima aquí, mete un par de centésimas allá, repetir. Y repetir, cada vez recordando por dónde iba antes de retirar la herramienta. Qué coñazo. Qué paciencia han tenido todas esas generaciones de torneros de antes de inventarse los visualizadores de posición, también conocidos como «DRO»: Digital Read Out.

Un DRO es un instrumento cuya utilidad es tan sencilla como práctica: Nos dice por dónde anda la herramienta. Esto, que parece trivial a simple vista, deja de serlo en cuanto estamos haciendo algo que se sale de trivial en el torno. Una rosca, a pesar de ser un objeto cotidiano, ya empieza a no ser trivial.

Tras dar algunas vueltas, y nuevamente gracias al Foro, encontré en Aliexpress un vendedor de DROs y artículos relacionados llamado Shenzhen Fivetecnc que envía desde España. Pedido el día 12 por la tarde, entregado el día 15 por la mañana. Brutal.

En el momento de escribir esto, he fijado la regla que lee la posición del eje Z a la bancada del torno, y ando carburando cómo fijar el cursor al carro. Probablemente, lo haga con un cacho de metacrilato. Motivo: Es lo que tengo a mano.

Marcando el agujero del extremo del contrapunto

Al principio, me acongojaba un tanto ponerme a hacer agujeros en el bloque de fundición que es la bancada del torno. Pero en seguida me dí cuenta de que no es para tanto; especialmente, contando con unas brocas y unos machos decentes. En este caso, usé unas brocas Izar y unos machos de una caja de Chaves.

Para marcar los agujeros, primero sujeté la regla al carro con un sargento, separándola con ayuda de un ángulo de aluminio que viene incluído con la regla (y que en este torno no sirve para montar, al menos este eje). Puse unos papeles de enmascarar (de los que se usan para pintar paredes) pegados a la bancada para poder marcar los agujeros con un vulgar boli, marqué con la punta, taladré y rosqué.

Presentando la regla para marcar los agujeros

He verificado con el reloj comparador que la regla no varía más allá de una décima su distancia con el carro, lo cual está dentro de lo recomendado por los manuales de instalación que he leído.

Continuará.

Una puerta más eficiente para la Jolly Mec

Una de las cosas que me molestaba levemente de la caldera es que irradia bastante calor. Esto es estupendo si se pone delante un sillón orejero, o si la idea es que siempre haya gente en la habitación en que se instala. Pero durante toda la noche y gran parte del día, ese calor está calentando una estancia en la que no hay nadie. Un desperdicio.

La mayor parte de la irradiación atraviesa el cristal, como suele suceder siempre que hay irradiación y un cristal por en medio. Bloqueada la mayor parte de esa irradiación, bloqueada la mayor parte del problema. Otra parte irradia por la parte superior de la caldera, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Como el cristal permite que se vea el fuego y no quería renunciar a esta característica, la opción que queda es hacer que el cristal aisle mejor. O sea, sustituirlo por uno doble. Pero no encontré gran cosa en cuestión de cristales dobles para calderas; se conoce que no es buena idea tener un espacio hermético entre dos cristales sometido a las variaciones de temperatura que es de esperar.

Lo que sí encontré fueron bastantes proveedores que venden un vidrio llamado Neoceram. Este es un vidrio especial para calderas, que soporta una temperatura bastante bruta (hasta 750 grados, dicen) y no se rompe por las variaciones de temperatura. Genial.

Decidí comprar el vidrio que necesitaba a un distribuidor que lleva la misma marca, neoceram.es. Se trata de una empresa llamada Protection Glass Fire S.L., de Murcia. Ignoro quién es el dueño de la marca Neoceram, pero lo que me enviaron aparentemente cumple, y es de los pocos sitios en que ofrecen este vidrio en 5 mm de espesor. Para mi implementación en la puerta del hogar de la Jolly Mec Caldea hace falta un vidrio de 428×269 mm, y una cinta negra de apoyo de 3 mm de espesor. Las medidas admiten alguna flexibilidad.

La instalación fue más sencilla de lo que esperaba.

Primero retiré la cinta que sujeta el vidrio original, aprovechando la ocasión para adecentarla un poco. Esto deja el vidrio original sujeto solo por un lateral con un pegamento de lo más tenaz.

Luego, tras una ligera limpieza, puse la cinta superpuesta al marco existente, por el lado interior, y presenté el vidrio en su sitio midiendo cuidadosamente.

A continuación, efectué taladros de 2,5 mm en toda la periferia del vidrio a distancias regulares, y los rosqué a M3.

Por último, usé unos trocitos de perfil de aluminio en L que atravesé y fijé con tornillos M3 para fijar bien el vidrio en su sitio. Puse piezas de silicona entre vidrio y tornillos para evitar disgustos.

Perforando a 2,5 mm. Obsérvese la cinta de apoyo del nuevo vidrio, así como que se ha retirado la cinta de sujeción del existente.

El resultado fue el esperado. Se aprecia que la superficie del vidrio se calienta mucho menos, maravillas de la cámara de aire. Una cosa que me temía es que se depositaran impurezas entre los dos vidrios (vamos, que la cámara de aire se llenara de mierda). Esto no ha ocurrido, y siguiendo la misma limpieza habitual, visualmente no ha cambiado nada.

Una mañana (mal contada) de trabajo y 73,16 euros después, la caldera es un pelín más eficiente. Siguiente capítulo, aislar mejor la tapa superior.

Hablar con la Jolly-Mec

He diseñado una placa (y la he publicado en PCBWay para quien la quiera) para hablar con la Jolly-Mec. Mi caldera usa la electrónica Foghet 9P; la electrónica en cuestión incorpora el mismo chip de comunicaciones (un NXP TDA5051A) que la electrónica original.

La verdad es que la electrónica de Jolly Mec, al menos la Foghet 9P, no va a conseguir ningún galardón. El diseño es básico, aunque a esto cabe argumentar que, en realidad, no hace falta nada más sofisticado.

Pero vivimos en la era de la automatización en casa. Ahora me ha dado por investigarme Home Assistant (que, así en resumen, es pocholo, potente y complicado); y lo que más me dolía de todos mis cacharros caseros era no tener absolutamente ninguna manera de siquiera escuchar lo que la caldera tuviera que decir.

Así que me he liado la manta a la cabezota con el KiCAD y en unos ratos muertos, he sacado eso.

¿Funcionará, o será uno de esos proyectos que se quedan en lo que podría haber sido y no fue? No lo tengo todo claro. Para empezar, tengo que oír lo que va por el bus, que ya de entrada es un reto en sí mismo. Luego, lo tengo que entender. Al menos, lo básico: Ser capaz de escuchar cómo la caldera se enciende, se apaga, informa de temperaturas, presiones… Y no tengo ni idea de si el panel es más o menos autónomo y medio sabe lo que hace, o es un mero satélite de la electrónica principal que le dice hasta lo que tiene que sacar en la pantalla.

En fin. De momento, esperemos que venga la placa fabricada y luego ya veremos. Peor caso, algo aprenderé. Ya actualizaré el presente cuando eso suceda.

Actualización: He verificado que la Foghet 9P funciona como esclava del panel, por el expeditivo método de desconectar el panel con la caldera encendida. Lo que ocurre entonces es que el ventilador sigue funcionando, pero deja de alimentar combustible. Así que todo lo que hace la Foghet 9P es lo que le manda el panel. Esto, en realidad, son buenas noticias: Abre la puerta a sustituir completamente el panel, si no me complica la vida demasiado a efectos de certificación.

Tomas de corriente en escala «G»

Las marcas más populares de vía en escala G, probablemente, sean la mítica LGB, Piko y Bachmann. Las dos últimas utilizan una aleación de níquel para su vía, lo cual hace imposible hacer una soldadura ni medio limpia con estaño (con o sin plomo).

He tomado nota mental de probar con el soldador por puntos, pero mientras he encontrado un método (nada original; se lleva usando años) que me ha gustado bastante, y que paso a describir. Consiste en hacer y roscar un agujero M2, desde la base del carril.

De esta manera, consigo un contacto bien sólido, mantenible e incluso de intemperie, siempre y cuando utilice tornillos apropiados, de la misma aleación o de inox. Me quedaría por comprobar si aparece corrosión galvánica o no, pero dado que en realidad no saco los trenes a la intemperie, me parece que nunca lo sabré.

El Primer paso es perforar un agujero M1,6. Ha de tener unos 7 mm de profundidad; en total, el carril tiene unos 9 y no conviene tentar al diablo.

Luego se roscar a M2. Yo utilizo un macho Ruko de tres pasadas, y potingue de roscar y el portamachos lo encajo en el mandril justo después de hacer el agujero y sin mover la vía, para que vaya perfectamente alineado. Quizá estoy cogiéndolo todo con papel de fumar, pero no me apetece perder un macho tan delicado en una vía.

Por último, utilizo un conector Faston al que le hago un agujero de 2 mm. ¿Por qué esto y no una arandela de soldar, o de engastar? Porque es lo que tenía a mano. Si tuviera que comprar suministros, compraría arandelas de soldar y retractilaría para mayor protección.

Como los carriles de esta escala conducen como jefes de tren, no pongo tantas tomas como en H0 o (sobre todo) en N, así que con un par de ellas para las modestas necesidades del tren de las fiestas, me ha parecido suficiente.

Por cierto. En los desvíos de Piko es sumamente fácil añadir tomas de corriente, porque ya vienen con sus cablecitos y no hay sino que aflojar un tornillo y añadir un cable.