Veo que mi Asociación de Padres de Alumnos favorita (la única a la que pertenezco), está trabajando activamente en cambiar su nombre: De APA a AMPA. Que suena igual que hampa, y a veces pienso que va de lo mismo.
Y posiblemente, ante la pasividad de la mayoría y el impulso de unos pocos, lo acabarán consiguiendo. Por lo cual, he decidido ejercer en este artículo mi derecho al pataleo y explicar por qué me parece una idea absurda, y qué opciones mejores hay.
La economía del lenguaje
Sorprende que precisamente sea la Asociación de Padres de Alumnos, y no algún chiringuito comunista-leninista de jóvenes con más entusiasmo que intelecto (ya aprenderán, como lo hemos hecho todos), quien esté impulsando este cambio. Precisamente, porque va en contra de uno de los principios básicos del lenguaje que se enseña en el cole a los alumnos: la economía.
La economía del lenguajes es decir cosas usando la menor cantidad posible de palabras. Uno de los recursos más útiles de la economía del lenguaje, precisamente, es el uso de neutros. Que no solamente los hay de género, sino también de número: Podría haber una Asociación de Padres de alumnos con un solo miembro, y seguiría teniendo un nombre plural.
El enumerar va en contra de la economía del lenguaje, pero si queremos cubrir todos los casos, deberíamos incluír también a los progenitores de géneros fluidos, no binarios y otros, y por tanto decidir que el nombre nuevo sea «Asociación de Padres, Padros, Padras, Madres, Madros y Madras de Alumnos, Alumnas y Alumnes». La APPPMMMAAA, por resumir.
La injusticia… Ah, la injusticia
Los proponentes de AMPA, se justifican diciendo que es un nombre inclusivo. Y, colmados por su nuevo papel de Némesis y henchidos de orgullo justiciero, supongo que se volverán a casa a ver la tele, a aprender la nueva imbecilidad que se le haya ocurrido a su político/a/e favorito/a/e.
Mientras tanto, los alumnos que no tienen padres porque los han perdido en un accidente, o por lo que sea no han sido legalmente adoptados, se preguntarán por qué sus tutores quedan excluídos. Pero la turba ha hablado y establecido justicia… Cambiando una injusticia que no lo era, por una que sí lo es: Al enumerar exhaustivamente, inclusivamente, a todos los que tienen derecho a ser enumerados… ¡Vaya! se han olvidado de algunos. Qué descuido. Pero esto lo arreglamos en un santiamén: «Asociación de Madres, Padres y Otros Tutores de Alumnos». La AMPOTA. No se puede negar que suena contundente. Asqueroso, pero contundente.
Una solución elegante y sencilla
Siendo como somos los padres (y madres y… No empecemos otra vez) los tutores legales de los pobres alumnos, y siendo la palabra «tutores», especialmente en plural, un neutro del que es difícil (¡aunque no imposible!) quejarse, ¿y si dejamos de hacer el imbécil, y llamamos a nuestra sufrida Asociación la de Tutores de Alumnos? La ATA. Hasta suena casi bien.
Una solución a un problema que no existe
O podemos hacer lo más sensato: Reconocer que lo que enseñan a los niños en el cole es lo correcto, es decir: que existen los neutros, y que existe la economía del lenguaje. Recordar que el neutro de padres es «padres», y dejar las cosas como están. APA. Y reservar las energías para hablar de fútbol, o lo que sea que hace la gente que se dedica a estas cosas cuando, afortunadamente para los demás, no se está dedicando a estas cosas.