Hay aviones comerciales, y aviones comerciales.
Cada uno tiene sus cosas. Siempre me ha gustado el esbelto diseño de la serie que inició McDonnell Douglas con los DC-9 y culminó llamándose Boeing 717. Siempre he admirado el brutal tamaño y empuje sin par de los motores de los 747. Y esto, por no pararme en los Bombardier, los Embraer, o (ya puestos a soñar) los Gulfstream, los Hawker o esa extraña medio copia de los Concorde llamada Tupolev 144…
Pero hoy, un avión en que no me había montado nunca ha conquistado el número uno de mi particular lista de aviones comerciales. Este avión es el Airbus A350, tal como lo explota Cathay Pacific.
Ya de por sí, el A350 es un avión extraordinario. Volando a una velocidad de crucero que ronda 0,81 mach (o la más mágica cifra de 1000 km/h), la cabina es lo más parecido a «silenciosa» que he probado nunca en un avión comercial. El nivel de ruido es increíblemente bajo. Y la velocidad, poca coña: adelanta a otros aviones comerciales como si fueran abuelitas.
Pero hasta aquí, los A350. Ahora, veamos los A350 que explota Cathay Pacific.
Los asientos son cómodos, relativamente amplios (para ser de clase turista, claro), dan una mantita y demás, pero como friqui irredento, lo primero y principal que me llamó la atención es que el sistema de entretenimiento es una tableta Android inserta en el asiento de delante. En esta tableta, podemos encontrar:
- Juegos
- Películas (yo me ví Ghostbusters 2016 – una pérdida de tiempo)
- Música
- Información del vuelo
Y un puerto USB para cargar el teléfono. ¿A que mola?
De todo, lo mejor y lo que me puedo pasar horas mirando es la información de vuelo. Tiene: Mapa móvil (en el que se puede hacer zoom y mover con los dedos), acceso a las dos cámaras del avión (la de la panza y la del empenaje de cola) y un modo en que sobre una imagen generada del terreno, se superponen las tiras de velocidad y altura (con equivalencias en el sistema métrico), actitud y brújula. ¡La caña! Solo falta un joystick.
Por supuesto, si a esto añadimos comida con menú a elegir (como en los viejos tiempos), habiendo pagado por ir y volver a Hong Kong menos que lo que he llegado a pagar por ir y volver a Almería, es fácil entender que mi felicidad ha sido casi completa.
¿Qué la haría completa del todo? Bueno, no me voy a poner a describir cómo son los asientos de primera. Baste decir que cada pasajero de primera ocupa, más o menos, lo que seis del rebaño de atrás…