Arreglos de la Jolly-Mec: El eje del primer engranaje del motor de alimentación

Un buen día, llego a casa y me encuentro que la caldera se ha apagado. Se apagó como las velas cuando se acaba la cera, poquito a poco hasta que no queda más que el recuerdo de un calorcito, allá donde antes había una llama que habría acojonado a Dante Alighieri.

Visto que pellets en la tolva había, el ventilador soplaba y todo lo demás parecía en orden, me puse a probar el motor de alimentación de pellets usando el menú de pruebas: Accionamientos manuales, motor de pellets.

  • Yo: Encender
  • Caldera: Mmmmmm
  • Yo: Apagar
  • Caldera: (silencio)

Cuando un motor eléctrico hace «Mmmmmm» y no gira cuando debería girar, nueve de cada diez veces el problema es que se ha bloqueado el giro.

Lo primero en esa situación es intentar ayudar a mano al giro. Se habrá atascado un pellet, pensé. Vamos, aplicar un poco de fuerza bruta. Al efecto, hay un eje en el centro del mecanismo. Resultado: Ni con motor, ni sin motor: Aquello no se mueve.

Así que me puse a desmontar, cuidadosamente, el mecanismo de alimentación, que no conocía más que por fuera. Nada, el mecanismo de alimentación gira razonablemente bien. Bueno, ya que estaba, lo limpié un poco.

Bueno, mecanismo desmontado. Probemos ahora el motor.

  • Yo: Encender
  • Caldera: Mmmmmm
  • Yo: Mierda…

En este punto, ya estaba claro que el motor está churruscado o bloqueado. Así que nada, me lo subí al taller, y a ver qué se ve.

Resulta ser un motor con un reductor acoplado, fabricado en Italia, donde la grasa de engranajes debe ser barata.

La foto adjunta es el reductor visto desde el lado que ataca el motor, que engrana con el engranaje blanco de la derecha. El que está más arriba está fuera de su sitio para apreciar mejor al primero.

Pues bien, el eje de ese primer engranaje estaba clavado en su sitio. Ñaca. Como soldado en el sitio. ¿Por qué? Ni idea. Se conoce que, a pesar de la ingente cantidad de grasa que lo adorna, no había ninguna justo en el eje.

En fin. Tras el oportuno encogimiento de hombros, la solución es, una vez más, una variación de la estrategia más exitosa del reparador de ingenios:

  1. Desmontar
  2. Limpiar
  3. Volver a montar

Así pues, procedí de la siguiente manera:

  • Desmonté eje y engranaje, lo cual me costó emplear un martillo de nylon. Estaba bien, pero bien, clavado.
  • Lavé bien el engranaje y su eje, primero con papeles y luego con un baño de ultrasonidos con Fairy®.
  • Monté el eje en un taladro vertical y le dí unas caricias con una lija fina para metales, hasta que quedó pulido y brillante.
  • Redistribuí la grasa, poniendo especial cuidado en que quedaran pringadas todas las superficies sujetas a rozamiento, sobre todo los ejes y sus alojamientos.
  • Monté todo de nuevo y me lavé las manos durante media hora.

Y a probar, claro.

El resto de la parte técnica es historia: Montar todo otra vez, solo siete tornillos (dos del motor y cinco de la tapa del mecanismo de alimentación), echar unos cuantos pellets y a funcionar.

¿La parte técnica? ¿Es que hay otra?

Obviamente. Cuando uno hace algo como esto, lo tiene que vender en casa, ¿no es cierto?. Veamos, ¿qué habría hecho el mantenedor de calderas medio ante esta situación? ¿Desmontar todo para encontrar un eje clavado, pulirlo, engrasarlo…? No, ¿verdad?. Habría dicho que hay que pedir un motor nuevo, que serán 200 euros, más 60 por la visita y el diagnóstico (siendo prudentísimos) y otros 90 (ídem) por la mano de obra de cambiarlo (dos tornillos y dos cables). Total 350. ¿A alguien le parece una barbaridad? Seguro. ¿A alguien le parece una estimación probablemente atinada? Sin duda también. Nena, me debes una cena. Y no me refiero a un bocata calamares…

El encendedor de la caldera Jolly-Mec Caldea

Como si no tuviera ya bastante trabajo en casa, un buen día el elemento de ignición de la caldera decidió declararse en huelga. No recomiendo la experiencia. No es que sea espantoso, solamente horriblemente incómodo. La cosa pasa de encender la calefacción y el agua caliente con un botón en un panel que hace «pi», y que puede pulsar un niño si hace falta, a liarse a soplete y/o parafina con los brazos metidos hasta los hombros en el hogar de la caldera, cada vez que se quiera encender. O sea, todos los días.

En fin. Desmontado el elemento calefactor (cuatro tornillos en total y desdoblar una lengüeta), aprecio dos cosas:

  1. Que es un Rica referencia 706F.3.2270.184, de 300W a 230V.
  2. Que el hilo está roto por en medio.

Así que, pragmatismo por delante, voy a intentar recomponer el chisme.

El hilo calefactor roto tiene la desagradable propiedad de no admitir la soldadura, ni con fundente. La primera, en la frente. Seguro que si caliento más lo sueldo, pero corro el riesgo de fundir el hilo y dejarlo más allá de toda posibilidad de reparación.

Así que opté por la técnica del abuelo: Limpiar bien los dos extremos rascando con el filo de una navaja de taller, liarlos bien entre ellos, y por buena medida cubrirlos con un termorretráctil.

¿Es una ñapa? Sí.

Hilo reparado. Funciona como nuevo.

¿Funciona? Sí.

Prueba superada. Coste total de los materiales: Céntimos. La mano de obra: No tiene precio.

Punto de estilo: Meter la unión en un canutillo de latón y achucharlo, y todo esto dentro del termorretráctil. Pero no tenía a mano un canutillo adecuado, y tenía ganas de acabar el invento ya…