¿Photos Library.photoslibrary o Fotos Library.photoslibrary?

Llevo muchos años siguiendo el primer proceso que Apple parió para mantener la fototeca: Las fotos se mueven del iPhone a la aplicación Fotos (antes iPhoto) del Mac, y desde ahí se sincronizan de nuevo con el iPhone.

Aunque es algo convulso al ser dos pasos separados la importación y la exportación, este proceso ha funcionado bastante bien durante todo este tiempo. Y por lo que a mí respecta, así seguirá, porque no pienso comprarle a Apple su servicio iCloud, porque mis datos me los gestiono yo. Pero bueno, que me desvío.

Un buen día, el asunto dejó de funcionar: Las fotos se seguían importando desde el iPhone al Mac, pero ya no se sincronizaban desde el Mac al iPhone.

Quien haya resuelto un problema de este tipo, sabrá que un buscador le ofrecerá una cantidad insondable de horas de repasar foros en que se resuelven problemas similares pero no el mismo, así como incontables artículos de baja estofa que lo único que pretenden es atraer clics. La Internet que nos ha tocado vivir, vaya.

Pero no fue hasta que empecé a investigar en una línea lateral que empezó en los foros de Apple y terminó en un artículo, aparentemente nada relacionado con mi problema, en su web del servicio técnico, cuando me acerqué realmente a la solución a mi problema… Problema que había generado, aparentemente, la aplicación Fotos del Mac, ella solita.

Apple tiene en común con Microsoft haber decidido traducir del original los nombres de los directorios del sistema. Vaya por delante que no envidio la decisión, pero el caso es que, durante años, traducir los nombres de directorios ha sido una fuente inagotable de problemas. Así, en el MacOS en V.O., el escritorio de los usuarios se llama Desktop; pero en un Finder en español, se llama Escritorio. Ahora bien, Apple decidió, aparentemente, intentar generar la menor cantidad de problemas de segunda generación posibles y lo que hizo fue seguir usando los mismos nombres, pero crear una traducción superpuesta: El directorio se sigue llamando Desktop, pero en el Finder aparece Escritorio. Y así, Library/Biblioteca, Pictures/Imágenes, etc.

Pues se conoce que alguien en el equipo que desarrolla Fotos, no se debió enterar; y un buen día, probablemente alrededor de o en la actualización 12.0.1, Fotos creó una nueva fototeca, pero esta vez con el nombre de la carpeta traducido: Fotos Library.photoslibrary. Lo cual no habría sido más allá de un pequeño desperdicio de espacio en disco, si esta fototeca no hubiera sido, además, la nueva fototeca por defecto.

Así que, al importar, las fotos iban a la fototeca de siempre (porque eso lo decide Fotos, y así lo tenía guardado); pero al sincronizar con el iPhone, las fotos se sincronizaban desde la vacía fototeca por defecto.

Un par de palabras malsonantes más tarde, simplemente me fui a la configuración de Fotos, tal como está descrito en el artículo que enlacé antes, y configuré que la biblioteca fetén, la del nombre en inglés, fuera la fototeca por defecto. Seguidamente, para ausencia de duda, y con Fotos cerrado, renombré la otra con un nombre que no dejaba lugar a dudas y anoté eliminarla pasado un tiempo, todo en uno: La llamé Fototeca-vacia-borrar-20220122.photoslibrary.

Y un forzado de sincronización más tarde, allá van todos los miles de fotos de nuevo al iPhone. Yendo por USB, y además incluyendo vídeos, tardarán horas; nada que no pueda dejar resolviendo un sábado por la mañana.

Poniendo al día un venerable Mac Mini

Como un boomerang tras un vuelo de varios años, cayó en mis manos de vuelta un Mac Mini modelo A1176. Este es un ordenador venerable, de 32 bits, nacido en 2006 y que, a sus 14 años, tiene ya mucho que contar.

El principal problema que tiene este adorable juguete es el software. Ejecutando como más moderno MacOS 10.6, no puede correr un navegador ni medio moderno (ya no digamos ni medio seguro). Y con sus anémicos 2 gigas de RAM apenas le da para, con una versión casi igual de venerable de VirtualBox, ejecutar un Linux (este sí, al día) en una máquina virtual.

¿Qué se puede hacer?

Total, que claramente necesitaba una puesta al día del hardware para poder ejecutar, al menos, MacOS X 10.7 («Lion») y, con ello, un sistema operativo de 64 bits, acceder a algo más de memoria (el límite son 4 GB, que tampoco es para emocionarse, pero ya da bastante más juego), y todo lo que de ello deriva.

En estos tiempos en que todo va soldado a la placa base y es inampliable y para reemplazarlo hay que cambiar el producto completo, es refrescante encontrarse un ordenador que no solamente aún permite cambiar el procesador, sino que permite cambiarlo por uno mucho mejor: Incorporando el juego de instrucciones amd64, mucha más memoria cache, algo más de frecuencia de reloj, posibilidad de direccionar más memoria… La combinación de todo ello hace que merezca la pena el rato de desmontar y montar. Así que, habiendo leído un interesante artículo al respecto en lowendmac, armado con la correspondiente guía de iFixIt, un procesador T7600 de un vendedor de eBay que desde entonces ha subido 15 dólares, pasta térmica, y 4 GB de RAM también por eBay (el máximo posible) a precio de derribo, me puse manos a la obra.

Hay que decir que lo más difícil de todo el proceso es abrir la carcasa, con sus innumerables pestañas de plástico, sin cargarse ninguna. Una vez hecho eso, aunque la arquitectura interna del chisme no favorece meterle mano, la cosa va bastante fluida. El zócalo del procesador es ZIF y solamente hace falta un destornillador vulgar para girar una cabeza de tornillo, sacar un procesador, y meter el otro. Pero no todo es trivial en informática, especialmente con los productos de Apple que no están pensados, dicho suavemente, para ofrecer flexibilidad a la hora de actualizar.

Para empezar, el ordenador se negará a arrancar si tiene instalada la nueva memoria y el nuevo procesador, pero no se ha actualizado el firmware; y para actualizar el firmware, es necesario tener ya instalado el nuevo procesador. O sea, que al final, lo que hace falta hacer y en este orden, es:

  1. Destripar y cambiar el procesador (y sólo el procesador)
  2. Arrancarlo y actualizar el firmware EFI a la versión «2,1».
  3. Volverlo a destripar y cambiarle/ampliarle la memoria.

Hasta aquí, todos contentos: Tenemos un Mac Mini con MacOS X 10.6 que va como un tiro comparado con cómo iba antes de empezar a meterle mano. Bien. Lo siguiente.

En mi caso, además, quería cambiarle el viejo disco mecánico de origen de 80 GB por un SSD moderno. Y, en este disco, hacerle una instalación limpia de Lion (MacOS 10.7) al disco SSD.

Instalar Lion es una decisión fácil: le funciona todo bien y hacerlo requiere poco trasteo. Pero poco no es lo mismo que nada. Es decir, que no es como si Apple hubiera, en su infinita sabiduría, decidido que oficialmente estos Mini corrieran Lion. Esto, en la práctica, significa que tal como viene en el DVD, no se puede instalar. ¿Y qué opciones hay? Bueno, varias.

Firewire

Hace unos años, cuando todos los Mac llevaban Firewire, tenían un modo llamado «FireWire target mode». Básicamente, arrancando mientras se mantenía pulsada la T, se convertían en un disco FireWire. Si disponemos de un Mac algo más moderno pero que aún tenga puertos FireWire, en el cual Lion acepte instalarse sin más, y de un cable FireWire, no hay más que arrancar el Mini en modo FireWire target y hacerle una instalación usando el otro Mac. Terminada la instalación, se desconecta y ambos Mac arrancan normalmente: El mini, ya con Lion.

Como yo no tenía ni un Mac más moderno con FireWire, ni un cable FireWire, me he tenido que contentar con hacer lo mismo con una máquina virtual.

Con una máquina virtual

Como necesitaba poder hacer la instalación en el disco que luego metería al Mini, ante todo me hice con una carcasa USB a SATA, destripando un viejo IOMega eGo que tenía por ahí.

  1. En otro Mac, en VirtualBox, he creado una máquina virtual a la cual he instalado Lion. En esta máquina virtual, he dejado el sistema «de libro»: Actualizado a la última versión de Lion (10.7.5) y con (ojo al truco) la pequeña modificación que hará que acepte arrancar en este Mini actualizado: Editando /System/Library/CoreServices/PlatformSupport.plist y añadiendo a la lista el identificador de esta máquina, <string>Mac-F4208EC8</string>. No ha sido idea mía; lo he visto en un foro de Insanely Mac.
  2. Hecho eso, he creado una segunda máquina virtual, Linux, a la que he añadido el disco con Lion, el disco SATA por USB, y en el CD de arranque una imagen viva de CloneZilla. Y he usado el CloneZilla para copiar el disco virtual en el SATA. Genial: En este punto, ya tengo un disco que arranca Lion. Ya lo podría montar en su sitio, pero antes voy a hacer otra cosita:
  3. Arrancar con el CD vivo de gparted y mover la última partición (que es la de recuperación, ocupa algo menos de 1 giga) al final del disco.
  4. Ahora ya sí puedo probar a arrancar el disco, poniéndoselo a la máquina virtual por USB y arrancando desde él. ¿Funciona? Genial; pues ahora conviene aprovechar para extender la partición del sistema a todo el espacio que haya. Esto se hace con Utilidad de Discos, o si nos apetece ver los detalles sucios, con diskutil resizeVolume.
  5. Bueno, pues si curiosamente todo ha ido bien hasta ahora, ya se puede apagar todo, desmontar el disco USB y montarlo en el Mini. Y si sigue yendo bien, el Mini debería arrancar.

Algún lector se preguntará: Bueno, ¿y por qué no simplemente crear la máquina virtual solo con el disco destino colgado por USB, y ahí instalar directamente?. Ah, pues porque no todo es tan fácil como parece. Al parecer, el instalador de Lion, o VirtualBox, o algún duende sexualmente insatisfecho por ahí en medio, ha decidido que la segunda fase de la instalación de Lion no vaya bien si se está haciendo en un disco USB 3.0; así que eso no funciona. No probé a usar un convertidor USB 2.0 a SATA, porque no tenía ninguno a mano, pero a lo mejor así funciona y se ahorra el baile de discos virtuales y particiones.

Con esto, aunque no es como para llamarlo un milagro, sí que se consigue darle una extensión a la vida de este simpático y venerable Mac Mini, un ordenador que, aunque todavía trae un lector/grabador de DVDs, ahora tiene un procesador medianamente al día, 4 gigas de RAM, y un sistema operativo menos desfasado que el que tenía.

Para darle algo más de utilidad, se puede instalar Firefox Legacy por ejemplo, con lo que tendremos criptografía al día y una base de código razonablemente fiable.

También se puede instalar Java 7, por ejemplo para correr Minecraft. Aunque Oracle, siendo Oracle, ahora requiere que uno se registre un usuario y le entregue su alma a Ellison solamente para descargar una versión que dejaron de mantener hace años. Pero bueno, es un trato y se puede tomar o dejar.

Venga, ya lo podemos volver a montar. Me pregunto dónde habrán ido a parar todos esos tornillos…

Mac Mini maqueado

La feria inversa

Exponer en una feria es, para cualquier empresa, un ejercicio estresante. Hace falta que vaya personal clave; no sirve de nada y puede ser contraproducente llenar un espacio de azafatos, salvo que la feria vaya justamente de eso.

Además, hay que montar el tinglado y desmontarlo con poco tiempo de margen, llevar lo que se quiere exponer más carteles, máquinas, o lo que se guste vender, coordinar a los que van a ir, previendo la ausencia de los que van de su trabajo habitual…

Para redondearlo, exponer en una feria de primera fila como la de Madrid o la de Barcelona, no es barato. Estamos hablando de que, todo hecho, la participación de una empresa con un espacio básico en una feria especializada de dos días sube a las cinco cifras con toda facilidad.

Por eso me molestan tanto los parásitos que hacen la feria inversa.

¿Qué es la feria inversa?. Digamos que uno está en su exposición, ocupándose de sus clientes (o potenciales), pensando en el trabajo pendiente que espera al volver a la oficina. Y se presenta una persona que se interesa por lo que hacemos. Lo normal, ¿no?. Tras dos frases de cortesía, la persona en cuestión empieza a explicar que tiene una solución para tal cosa, para reducir el coste de esto o lo otro, y bla bla bla…

Vamos, que el colega se va pasando por la exposición a vender, y no a comprar. Es decir, que está usando el esfuerzo de todos los presentes como un buitre para intentar colocar su producto. Porque, aunque su producto es invariablemente maravilloso, el tipo y/o su empresa son tan miserables que no se alquilan su stand como todo el mundo, sino que se aprovechan de todo el mundo sin poner nada.

Hoy nos han visitado un par de estos miserias. Y ya tengo más que afinado el discurso, ¡esto es la guerra!

  • Miserias: ¿Te interesaría reducir tus costes de transacción? Nosotros somos la plataforma de PayPal, y bla bla bla
  • Yo: (obviando que el miserias se pueda en un alarde metafórico-onírico definir como «la plataforma de PayPal»): Ah, guay, ¿en qué stand estáis, que me paso luego?
  • Miserias: Bueeeno, no tenemos stand, por eso venía y…
  • Yo: (silencio)
  • Miserias: Bueno, ¿no te interesa reducir tus costes de transacción?
  • Yo: (silencio)
  • Miserias: Bueno, ya veo que no te interesa reducir tus costes de transacción… Esteeeee… Buen día.

Una oportunidad excelente para apreciar la ironía de la vida, incomodando ligeramente a un miserable. Hay un equilibrio en el universo.

Flash, publicidad, y las cosas caras

Leo en http://www.elmundo.es/elmundomotor/2012/04/13/coches/1334319676.html que Mazda pretende vender exclusivamente por Internet una versión de su clásico, el MX-5.

El coche me gusta, la capota dura me parece irrenunciable en los tiempos que corren, y me he dispuesto a verificar si lo venden con cambio automático. Llámenme hereje, pero no vuelvo a hacer con el pie izquierdo el trabajo que corresponde a una máquina. ¿Y qué me encuentro?

Que la web en la que Mazda pretende vender su coche, está hecha en Flash. Exclusivamente. O flash, o nada.

Yo no sé si Mazda (España) no se ha enterado, pero vamos a refrescar la memoria: Flash está muerto. Sí, muerto. Su declaración oficial de enfermo terminal fue la presentación del iPad original por parte del difunto Steve Jobs, que ya ha llovido: Dos años y pico, en el momento de escribir esto.

Por supuesto, me he quedado sin saber si me interesaba o no. No me interesa comprar un coche a una organización que hace las cosas tan con los pies. ¿Qué será lo siguiente? ¿Que lo entreguen sin ruedas?

Ahora, vamos a darle otra vuelta más de tuerca a la cosa.

El Maxda MX-5 lo compra un tipo de gente muy concreto: Gente a la que le gustan las cosas bien hechas, con estilo, y un punto juguetón. Gente que tiene no pocas cosas en común con la que compra ordenadores Apple. O iPads. Como yo. Como muchos. ¿Es posible tirar piedras contra el propio tejado con más puntería?

Lo desastroso es que no es un caso aislado. Mercedes-Benz, flash. BMW, flash. Hasta Peugeot (que Dios me perdone), flash.

¿Y luego se quejan de que no se venden coches?

Por mí, se los pueden confitar. Lo que me rebela, y me da que escribir con toda la mala leche de que dispongo en sábado por la tarde, es que luego pretenden vender sus productos como iconos de modernidad, como la última tecnología. ¡Pero si la mayoría de los coches del mercado ni siquiera llevan un navegador mejor que el que se puede comprar en la tienda de la esquina por cien pavos! ¡Si los fabricantes europeos llevan cuarenta (cuatro cero) años (siendo muy generosos y pensando que la crisis del 73 fue la primera señal) de retraso en implantar motores alternativos al hidrocarburo! ¡Pero si hasta la tecnología del anuncio está difunta! ¿Cómo pretenden justificar lo injustificable? ¿Quemando más y más dinero en la máquina de marquetin? ¿No se dan cuenta de que así no se va a ninguna parte, de que es una forma pro-crisis de hacer las cosas, todo cáscara y nada chicha?

En fin. Sector. Si Siemens levantara la cabeza… .

Maternidad

Empezaré reconociendo que mi experiencia en el asunto es de segunda mano, por cuestiones biológicas de lo más entendibles. Pero como estas líneas van dedicadas a una potencial madre, creo que le resultarán más cercanas que si titulara y, siendo consecuente, hablara de paternidad.

Se puede elegir entre los motivos egoístas y los de la más espiritual generosidad a la hora de buscar la justificación a procrear. Como el cínico que soy, pienso que todo el mundo elige el egoísmo y promulga la generosidad. La naturaleza humana en pleno funcionamiento.

Hay pocos motivos básicos por los que tener descendencia. Cada uno tiene su parte de pragmatismo, hedonismo, elevados ideales y el más puro egoísmo, en proporciones variables:

  • Es una experiencia inigualable el embarazo, especialmente a una edad en que ya no se cree en los reyes magos. Pocas cosas, si alguna, van a hacer tanta ilusión como hacer un bebé.
  • Los niños son un coñazo de cuidar, pero el escaso tiempo al final del día en que miran a los ojos de uno y sonríen, lo compensan todo (al menos, hasta que se vuelven a cagar).
  • Los niños, si se invierte el esfuerzo necesario en educarlos, se convierten en adultos de los que estar orgulloso, que además serán útiles para ayudarnos en la vejez, y en particular para aportarnos el último chute de ilusión que conoceremos: Los nietos.
  • En el caso de la futura mamá a la que dedico el artículo, sería una gran pérdida que alguien de tamaña calidad humana no esparciera sus genes.

Se dice que un niño te cambia la vida. Como el maestro Cervantes, aborrezco y desprecio este tipo de píldoras de filosofía de la vida simplificada, y hasta encuentro en el tuteo un agravante. Pero hay que reconocer que sintetizan (excesivamente) cuestiones que merecen un análisis.

Los niños tienen unas necesidades y un horario. Ambas cosas se pueden cubrir con mejor fortuna si se dispone de recursos, especialmente de ingenio. Por supuesto que tener un par de bebés limita las posibilidades de salir de copas improvisadamente. Pero se pueden hacer muchas cosas de las que tenemos por costumbre.

Por ejemplo, se puede salir a cenar sin mayores problemas, siempre que se elija un sitio razonablemente tranquilo y espacioso. Mi restaurante japonés favorito, por ejemplo, ha visto dormirse a mi bollote mayor, Jorge, en su hamaquita, casi tantas veces como he pedido mi sushi favorito. La semana anterior a la de escribir este artículo, mis dos bebuchotes conocieron un restaurante mexicano que hay en la calle Enrique Granados de Pozuelo. ¿Se puede tener una cena tranquila? Bueno, relativamente. ¿Merece la pena? Claramente.

Esta mañana, hemos ido a Cuatro Vientos, a ver los aviones de la FIO. Papá, como un solo hombre, con dos bebés. ¿Igual que ir solo? Bueno, no. ¿Disfrutable igualmente? Sin duda.

Podría seguir poniendo ejemplos hasta que se agotara la batería del iPad. En resumen, el tener nenes no lo convierte a uno (perdón, a una) de repente en una señora malhumorada, mal pintada y gritona. No. Cada uno es el tipo de padre que elige ser, y puede hacer una vida de lo más conciliada, como está de moda decir ahora. Y se podía antes de que se pusiera de moda la palabra, y se podrá cuando deje de estarlo. Solo hay que usar el ingenio, el sentido común y tener una idea clara de lo que se quiere.

Qué decir de lo satisfactorio que resulta enseñar a los peque cosas y ver cómo las van aprendiendo: Palabras, juegos, comportamientos… Son la consola de juegos definitiva, el lienzo infinito con ideas propias, un planeta entero por esculpir. La tarea es tan apasionante que mucha gente se dedica a ella profesionalmente.

Así pues, deja, querida, que tus genes y tu reloj biológico campen por sus respetos. Elige bien a tu pareja y, si más adelante encuentras que no estaba tan bien elegida, no te preocupes: Siempre hay un cosido para un roto. Solo tienes que tener claro tu proyecto de familia y trabajar por él.

 

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